LOGOS DEL COLEGIO DE PROFESORES

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martes, 31 de enero de 2017

Excursión FAMILIAR con Meditación a Canillas de Aceituno


Queridos amigos:
Tenemos prevista una nueva excursión
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de Senderismo y Meditación, en esta ocasión por Canillas de Aceituna. José Manuel nos guiará en una excursión prácticamente llana. Tiene una parte difícil para los que padecen vértigo, pero como es al final, la gente que lo padezca puede esperar a que el resto vuelvan.
Hemos quedado a las 8:30 en la puerta del Centro de Yoga Salomón (c/ Salomón, 8 (Málaga)) el próximo domingo, día 5 de febrero.
Os adjunto el cartel de la convocatoria, hecho con fotos de la ruta que me ha enviado José Manuel.
Un fuerte abrazo a todos.
Gabriel Aguilera

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jueves, 26 de enero de 2017

Exposición itinerante: Evolución en clave de género



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xposición itinerante: Evolución en clave de género

med_evolucion.png

La Unidad de Cultura Científica e Innovación del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana ha preparado la exposición itinerante denominada "Evolución en clave de género", conformada por 44 paneles de ilustraciones, que pretende destacar la figura femenina a lo largo de la evolución.

Las láminas que se exhiben en la exposición (ver vídeo de presentación),obra del ilustrador científico Eduardo Saiz Alonso, muestran escenas cotidianas de la vida del Homo Heidelbergensis, en las que se escenifica, especialmente, aquellas relacionadas con las actividades específicas de las hembras de esta especie de homínido.  Según se cita en la descripción de la exposición, se muestran escenas de grupos de homínidos en las que se observan a las hembras amamantando o cuidando de los hijos, a la vez que llevan a cabo otras labores como la recolección de frutos, la caza o la elaboración de alimentos.

El propio ilustrador comenta que una de las láminas más importantes de la exposición es la que refleja un parto, y que para poder dibujarla a pesar de partir solo de conjeturas y asunciones por no existir restos que expliquen cómo podían tener lugar los nacimientos en aquella época, primó para él y para la organizadora de la exposición, la intención de reflejar una escena en la que se mostrara cuáles serían las apetencias y necesidades básicas de una mujer pariendo, llegando a entrevistarse con la Jefa de Matronas del Hospital Universitario de Burgos.

parto_en_clave.pngAsí, en esta lámina aparece una mujer de parto dentro de una cueva, protegida de cualquier agresión externa, y en posición de cuclillas, junto a otra mujer que parece estar recogiendo el bebé que nace desde detrás de la madre. Resulta muy interesante esta escena porque bien podría reflejar un parto en la actualidad ya que, salvando las distancias en lo que a condiciones de higiene y seguridad sanitaria compete, esa postura y esa actitud de aislamiento del entorno puede recordar a la que toman las mujeres que están de parto en un medio que respeta las necesidades de la parturienta. Seguramente, el resto de la tribu supiera y respetase este deseo y necesidad de la mujer que va a dar a luz, y a nadie se le ocurriría intervenir en el proceso de parto.

med_en_clave_de_genero.pngEn otra de las láminas observamos la naturalidad con la que afrontaban la lactancia. Vemos bebés y niños al pecho mientras las mujeres hacían tribu; también vemos lactancia en tándem y durante el embarazo. No se plantearían hacerlo de otra manera, puro instinto maternal.

¿Y todavía nos preguntamos qué es lo que necesitamos para parir y qué es lo que necesitamos para lactar? Si tuviésemos que destacar varios conceptos serían: Instinto, Respeto y Tribu.

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lunes, 23 de enero de 2017

Violencia obstétrica y maternidad



Violencia obstétrica y maternidad

Hace ocho años parí por primera vez. Tuve un hijo hermoso que tengo el privilegio de maternar cada día.

Hace ocho años yo no sabía que tenía derecho sobre mi propio cuerpo y dejé que me pusieran vías sin preguntar qué llevaban, sin enterarme de qué harían esos medicamentos a mi cuerpo, qué le harían al cuerpecito perfecto del hijo que vivía en mí. Mientras suspiraba para aliviar el dolor de la aguja, dos matronas sin vocación de cuidado me regañaban por exagerada y jocosamente se burlaban de cómo iba a poder parir si suspiraba tan escandalosamente por una vía. Yo me hice chiquitita y procuré no molestar más.

A mis 30 años, yo era educada y pensaba que para que me trataran bien yo tenía que ser dócil y agradable. Por eso, cuando se llevaron a mi bebé para meterle sondas por cada orificio yo no pregunté, no me negué. No defendí a mi hijo, porque no estaba segura de que no les perteneciera a ellos. Cuando se lo llevaban cada noche y me lo devolvían perfumado, yo no dudaba que era lo que había que hacer, y lloraba temerosa y me abrazaba a mi hijo y no entendía porqué estaba tan rota si tenía un hijo sano. Yo tenía, también, los genitales cortados y cosidos. Mal cosidos, no me podría sentar por dos semanas.

Tardé un año en decir en voz alta que el día que nació mi hijo no fue el día más feliz de mi vida. Que lo recordaba con miedo, con furia por haber sido tan cobarde. Que tenía un miedo atroz en el cuerpo porque sabía que yo era una madre que no defendía a su cría. ¿Qué más dejaría que le hicieran a mi hijo? Dejaba, también, que en cada visita el pediatra le bajaran el prepucio con violencia, sin pedirle permiso, enseñándole desde pequeño que con autoridad se puede hacer lo que uno decida con los genitales ajenos.

Hace años que soy consciente no solo del trato que recibimos, sino de mi falta de autoridad sobre mí misma y de responsabilidad sobre mi hijo. Esta realización me ha llevado al activismo y comadreo, a las ansias por cambiar el trato, por hacer círculo con otras mujeres, por cuidarnos, por encontrar compañía y comadreo.

Llevo años haciéndome fuerte, siendo mejor madre. He aprendido a defender a mis hijos. A enseñarles que sus cuerpos son suyos y la responsabilidad que viene con ser dueños de sus propias decisiones.

Hoy, a 8 años y después de haber parido tres veces más, me empiezo a preguntar si la turbulencia, la confusión, el desamparo y el dolor que viví en ese primer puerperio tuvo menos que ver con la maternidad en sí y mucho que ver con la violencia que vivimos los dos. Que vivimos los tres, porque aunque a mi amado no le metieron sondas, ni le cortaron los genitales, ni se adueñaron de su cuerpo, también lo hicieron pequeñito. Cada vez que lo echaban de la habitación, cada vez que lo trataban como un estorbo y persona superflua, le estaban diciendo que era mal padre, que no era capaz de cuidar a su hijo. Nos hicimos todos pequeñitos.

A 8 años sé que la ansiedad y la tristeza que viví tuvo menos que ver con parir que con ser tratada con violencia, con haber permitido que maltrataran a mi hijo.

Cuando parí a mi cuarto hijo, mi matrona, siguiendo mi plan de parto y nacimiento, me asistió con respeto y profesionalidad. La responsable del parto fui yo, la mujer que paría. El hijo era mío, y para tocarlo me pedía permiso. La matrona que me asistió es una profesional con experiencia y conocimiento que agradece planes de parto, porque es matrona, no vidente. La matrona que me cuidó trabajó al lado de mi doula, porque sabe qué hace una matrona, y sabe qué hace una doula. La matrona que atendió mi parto no se siente amenazada por mujeres dueñas de sí mismas.

Estoy dolida porque tanto de lo que se asume que viene después de un parto, viene en realidad después de la objetización e infantilización de la mujer y su cuerpo. De la expropiación de su bebé hasta que la mujer se siente incapaz de cuidarle, hasta que duda de su cuerpo, de que le sabrá alimentar, arropar y cuidar. Seguimos saliendo de tantos partos tan rotas, tan menospreciadas, manoseadas y enajenadas. Es lamentable que mucho sigue dependiendo de la suerte, de una insólita lotería de "quién te toca". Los hospitales respetuosos (término absurdo aunque necesario) pretenden atender de una forma que abarca la decisión de la mujer, la fisiología del parto y las necesidades urgentes del recién nacido. Aún ahí, sigue siendo una lotería.

Es increíblemente violento, injusto y peligroso que no se nos asegure un trato digno y según las mejores prácticas, independientemente del lugar donde vayamos a parir.

Y me pregunto cuánto impacto tiene la violencia a la que somos sometidas, la violencia de la cual no podemos defender a nuestros bebés. Me pregunto cuánto influye en nuestras sombras puérperas. Me pregunto cuánta de la violencia en el mundo tiene raíz en bebés arrancados del pecho de sus madres, cuántos malos tonos y malos tratos y violencias domésticas tienen su origen en bebés que lloraban solos en nidos de un hospital, en bebés que conocieron manos que urgaban en una cuna fría antes del calor y amor de sus madres.

Tenemos el privilegio de vivir en una sociedad que cuenta con profesionales formadas para atender partos normales, con profesionales formadas para saber cuándo derivar, profesionales formadas para hacer una cesárea y salvar así dos vidas. Tenemos el privilegio de vivir en un país que cuenta con centros especializados, con medios para salvarnos la vida a mamá y bebé. Que estos privilegios no sean arma de dolor, solo de salvación necesaria.




martes, 3 de enero de 2017

Fwd: Fotos de la excursión con meditación al Monte San Antón (fin de año 2016)




Queridos amigos:
El pasado 31 de diciembre hicimos la tradicional excursión de fin de año al Monte San Antón. Pasamos una mañana estupenda, compartiendo camino, vistas, risas, meditación, comida y danza del corazón.
Os doy un enlace a las fotos que hice.
https://photos.google.com/share/AF1QipNmOhUsANy43wuySSCqR1JraaqYKzhygJgw4mmKY_Ext1GMM8pSke6CJ9Kk3qrmCA?key=MkRWcmc3clNhY2syTGN1cV94WGJ6Rm01VkZUV25R
Muchas gracias y feliz año 2017 a todos.
Gabriel Aguilera


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